En la coral no solo nos dedicamos a cantar, sino que tratamos de acometer otros proyectos de diversa naturaleza.
Ahora queremos presentar el “Proyecto Garcés”, con el que modestamente homenajeamos al que fue nuestro director hasta 1988, don Gregorio Garcés Til, sin duda ninguna, uno de los mejores compositores que ha dado nuestra región en toda su Historia.
Han pasado varias décadas desde su fallecimiento pero, para nosotros, la figura de D. Gregorio la sentimos cercana y vigente; así, su Gran Misa Aragonesa, compuesta de doce partes, que fue cantada por esta coral ya en 1980, y obtuvo entonces el premio de arzobispado de Zaragoza, la hemos rescatado en 2024 y hemos introducido algunos de sus números en celebraciones litúrgicas señaladas, como ha sido la misa del 12 de octubre, día del Pilar.
Estamos convencidos de que D. Gregorio puede pronunciar satisfecho la frase de “misión cumplida”, y no tanto por la divulgación y actualización de sus obras sino porque en esta coral, creación suya, tratamos de seguir siendo fieles al espíritu de su fundador.
Si quieres consultar algunos de sus datos biográficos, puedes acceder a la web de su pueblo natal, Alcalá de Gurrea, o incluso a Wikipedia. Pero aquí nos vamos a centrar en su faceta como director de la coral, su obra musical y en su aspecto más humano. Pocos hay que los conozcan mejor que la Coral de Santa Engracia.
D. Gregorio como director de la coral.
Los comienzos de la Coral de Santa Engracia fueron muy modestos. La reseña de su primera actuación se anunciaba así en la hoja parroquial nº 106, de 13/12/1970: "Su presentación al público, en este recital de villancicos, es a título meramente familiar. Todavía no cuenta con un entrenamiento musical perfecto (según sus eminentes directores), pero puede deleitar a sus feligreses, que agradecerán sinceramente el esfuerzo de esta incipiente Coral y alentarán su esfuerzo con aplausos sinceros".
En aquel entonces solo un visionario como D. Gregorio pudo imaginar el crecimiento de esa agrupación de coralistas entusiastas que llegaría a interpretar bajo su dirección un amplio repertorio que abarcaba desde piezas breves (villancicos, motetes o himnos) a obras de considerable extensión como la Misa de la Coronación y la Misa Brevis nº 5 (“misa de los gorriones”) de Mozart, Misa Pontifical I de Perosi, la Misa de Angelis, Los Responsorios de Victoria, 2 pasiones, todas las antífonas de Cuaresma (los tres ciclos), la Gran Misa Aragonesa compuesta por el mismo maestro Garcés, ...
El trabajo bien hecho se expandió más allá de los muros de la parroquia y se sucedieron infinidad de concursos y actuaciones en los más variados lugares: Lérida, Seo de Urgell, Andorra, Lourdes, Biarritz, San Juan de Luz, San Sebastián y Pamplona (en 1973), Barcelona, Montserrat y Lérida (1974), Santiago de Compostela, Valladolid, Lugo, La Coruña y Orense (1976), Madrid, Toledo, El Escorial, Valle de los Caídos y Santa María de Huerta (1977), Burgos, Monasterio de Silos, Miraflores, Las Huelgas, Logroño, Soria y Santo Domingo de la Calzada (1978), Sos del Rey Católico, Castillo de Javier, Monasterio de Leire, Olite, Tafalla y Tudela (1981), Ávila, Alba de Tormes, Salamanca y Segovia (1982), Cantabria y Asturias (1983), Italia (1984), Portugal (1987), Lourdes (1988).
Obra Musical.
La producción musical de D. Gregorio fue desbordante, y en la coral tenemos la fortuna de contar con muchas de sus partituras, escritas de su puño y letra, que conservamos como un tesoro. En esta misma página, más abajo, te iremos mostrando algunas de ellas o también programas de los conciertos que dirigió.
¿Y qué hacemos en la coral de Santa Engracia por D. Gregorio?. Pues en primer lugar cantar todos los años, particularmente en Semana Santa y en Navidad, muchas de sus obras, que compuso especialmente para nosotros y que interpretamos con sumo orgullo; pero también queremos con esta página dar a conocer al mundo entero la obra de este oscense y evitar que caiga en un oscuro e injusto olvido.
Anecdotario.
Se podía decir que él era en sí mismo una agrupación musical, pues era capaz de tocar el órgano, dirigir al coro y hasta cantar al mismo tiempo. Y no sólo eso: se recuerda que alguna que otra vez, en plena actuación, una tecla del órgano podía engancharse y seguir sonando sin parar; esto no era extraordinario antes de la restauración que hubo que acometer en el órgano de la parroquia. Pues bien, D. Gregorio saltaba del banco, donde estaba sentado tocando, para meterse dentro de la maquinaria del instrumento musical, buscar esa tecla y desengancharla mientras el coro seguía cantando como si no pasara nada … y continuar con la celebración plenamente concentrado.
Cuando escuchaba una melodía que le gustaba, la escribía inmediatamente sobre la marcha en cualquier papel que tuviese a mano. Eso explica su ingente obra de recopilador musical. Si D. Gregorio acudía a cualquier población y escuchaba un himno a la patrona, una canción popular, un motete, lo transcribía tal cual, o le imprimía una nueva armonización, o le añadía voces, … Ejemplo perfecto de ello es su citada Gran Misa Aragonesa, compuesta por doce números: el canto de entrada, inspirado en una danza de su querido y cercano Almudévar; o el tercero, el Gloria, basado en un Villancico de Burgasé; o el sexto, el ofertorio, reinterpretación de las coplillas del Rosario de la Aurora de Barluenga, … Es difícil encontrar a alguien que haya hecho más por conservar y ennoblecer el cancionero religioso popular de Aragón.
D. Gregorio no sólo copiaba o transformaba canciones; era un genial improvisador. Era capaz de componer piezas cortas que se ensayaban por cada una de las voces en la misma escalera de subida al coro, para cantarlas en esa misa o ceremonia litúrgica en la que estuviésemos participando. Ahora bien, todas estas improvisaciones se tejían respetando y mimando la liturgia; esta impronta es la que nos sigue guiando aunque hayan pasado tantos años desde que D. Gregorio nos dejara.
Hoy en día todas las corales cuentan con fabulosos e infinitos recursos de apoyo: Musescore, Sibelius, MP3, Choralia, … pero nada de eso existía en esa época. El coro estaba formado en su mayoría, como sucede en la actualidad, por personas que no tenían ninguna formación musical; les gustaba cantar y con eso bastaba. D. Gregorio ensayaba y repetía la misma melodía una y otra vez para que cada cuerda aprendiese de memoria la canción; no había ninguna pieza que se resistiera a su paciencia y tesón.
Entre sus muchas facetas, también marcaba el paso de las horas en Zaragoza, al menos en el recorrido entre El Pilar y Santa Engracia. Nos explicaremos: cada día, D. Gregorio, que era el organista titular de la basílica del Pilar, tenía que acompañar a los infanticos los Gozos y la Salve que cantaban diariamente en la Santa Capilla después del rosario y solía terminar a las 20.00'; pero a las 20.15' tenía que estar puntualmente en Santa Engracia para solemnizar la bendición con el Santísimo Sacramento y la reserva del mismo que tenía lugar en la cripta. Es decir, en esos quince apretados minutos, D. Gregorio tenía que cubrir el kilómetro largo (1.100 o 1.200 metros) que separa ambas iglesias; entonces con muchos más cruces de tráfico que ahora. Pues bien, llamaba la atención ver a un sacerdote cercano ya los ochenta años, ir apresuradamente de un sitio a otro haciendo volar su sotana. Al verle pasar, las personas avisadas, generalmente los comerciantes de los alrededores, nada más ver a la característica figura de D. Gregorio sabían con exactitud la hora que era y decían, si lo veían, por ejemplo, cruzar la plaza de España: "mira, por allí va D. Gregorio, ya queda poco para las ocho y diez". Esta pequeña anécdota habla con elocuencia del compromiso y devoción de D. Gregorio con El Pilar y con Santa Engracia, a las que sirvió hasta el límite de sus fuerzas.
D. Gregorio era exigente, muy exigente, pero sin demérito de la alegría, generosidad y humildad que sabía transmitir a todos los que le rodeaban; sabía conjugar la seriedad del trabajo riguroso con su carácter bromista y socarrón. Ese es nuestro recuerdo.
Programas de algunos de sus conciertos:
Concierto en la I Semana de Música Sacra. Zaragoza, Semana Santa de 1984:
Villancico "Este Niño Celestial", sobre un texto de Lope de Vega.
Villancico "Campanitas de Belén"